Aprender a estar atento

lunes, 20 de septiembre de 2010

Primer día


Después de dos años buscando, dos años desde que me fui de casa de mi madre, de la que ya no sé si era mi casa por aquel entonces, siento la sensación de que vuelvo a encontrar un lugar que siento como mío. Durante este tiempo, además, me he enfrentado  a tres traslados, he vivido en dos pisos preciosos en los que nunca me sentí cómodo y me he encontrado contigo, que me cambiaste la vida. Después de todo ese tiempo precipitado, de memoria confundida, de sucesos desconcertantes y maravillosos, de alguna enfermedad, de emociones a veces demasiado extremas, de algunas sorpresas injustas, de traiciones que hemos padecido, de decisiones difíciles, de decepciones y de ilusiones renovadas, de fatiga y de energía, de aspereza y de alegría (siempre alegría), tengo la certidumbre de que necesito detenerme, mirar, de viajar sin ser turista. Por eso estamos aquí, para disfrutar de los días con esa tonalidad con la que mis ojos ven la casa y para descansar de la fealdad y de la injusticia, dedicándonos a cuidar de lo que más nos gusta. Blanco y verde (o madera), dan color a las líneas rectas y esbeltas que se trazan y se levantan con la luz que llena casi una única estancia abierta, que ordena como una escultura el equilibrio entre los volúmenes y sus espacios. Nuestra forma de la Felicidad.